23- 1930 'Colchonero'
Acuarela:
lámina (36x26 cm)
(desaparecieron en los Sesenta)
Varear las lanas de un colchón apelmazado era una labor que en muchas casas se realizaba una vez al año.
Había que descoserlo, lavar sus telas y con unas varas, generalmente de tamariz o avellano, golpear la lana para ventilarla y ahuecarla. La lana al suelo, encima de una colcha vieja de las que se ponía debajo del colchón en la cama, y al sol durante unas horas. De vez en cuando se le daba la vuelta y se volvía a desmadejar lo más posible para, después de la siesta y con poca brisa, comenzar el vareado silbando y cortando el viento.
La lana se iba haciendo cada vez más suave y esponjosa soltándose y ahuecándose sobre el montón, después había que meterla en su funda y coser la tela.
Ya solo quedaba hacer coincidir los ojales dobles de la parte de arriba con los de abajo y con la aguja larga pasar las cintas y hacer los balduques o lazos para que la lana se sujetara terciada por toda la base. Había otra forma de coser los rebordes llamada “a la inglesa”, que consistía en coser con hilo de tricotón la tela y algo de lana, así quedaba la cama más vistosa después de hecha.
Con el tiempo apareció la voz de "Colchonero lanerooooo" "Compro colchones de lanaaaa", "Cambio colchón de lana por uno de espuma", y se llevaron aquellos colchones con todos nuestros sueños y el final de las obligadas siestas.
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