14- La tienda del señor Antonio
Acuarela:
lámina (36x26 cm)
Estaba en la calle Carnero, esquina con Mira el Río Alta, en el Rastro. En la actualidad es una tienda de libros antiguos que la lleva su hijo.
Aquellos comercios recibían muchas denominaciones: colmados, mantequerías, ultramarinos, coloniales, o abastos. Pero de todos, el que más me gusta es «Ultramarinos».
Si los recordáis, en ellos se vendía de todo, sobre todo latas de conservas, legumbres y galletas a granel y cualquier cosa que se pudiera necesitar.
¿Habéis pensado hace cuánto no se ven lecherías, carnicerías o pescaderías en locales de puerta calle? Ya no abren nuevos comercios de este estilo, y tristemente, muchos de los que hay, van cerrando, o aguantan hasta la jubilación de sus propietarios, sin que haya una sucesión en el negocio natural como la de antaño, generalmente pasaban de padres a hijos.
Consecuencias de lo que se está empezando a conocer como «Ausencia de relevo generacional»
Todos, sobre todo los que tenemos cierta edad, recordamos con nostalgia estos establecimientos.
Los bacalaos apilados, la barrica de arenques y esa lata enorme de escabeche que pedías por gramos.
Aquellos cucuruchos de papel de estraza. Aquellos olores. Se iba a comprar con una huevera de plástico.
El cuaderno donde «apuntaba» el importe de la compra para luego pagarlo a final de mes. No hay que olvidar que casi todos los establecimiento vendían «fiado» a quien lo necesitaba. Generalmente, todos eran clientes conocidos.
El contacto con tus semejantes, sabíamos todo de los vecinos y sabían todo sobre nosotros. Lo bueno y lo malo.
Por desgracia, todo eso se ha perdido, por lo menos a nivel de calle.
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