5- 1925 'Un «soguilla» tomándose un descanso a la espera de un cliente'
Acuarela:
lámina (26x36 m)
(desaparecieron a principios de los Treinta)
Mozos de cordel o mozos de cuerda en Madrid era un oficio gremial de tradición que estuvo emparentado al de los aguadores. Se situaban en las esquinas de las calles y servían para conducir los efectos y hacer toda especie de mandados, pagándoles de 2 a 4 reales por cada mandado.
Los soguillas.
Resulta curioso que la más dura e historiada competencia les llegase a los mozos de cordel, no de los poderosos, sino de los menesterosos pobres de solemnidad, encarnados en el ramo del transporte urbano de mercancías por los llamados soguillas, y cuyo nombre les venía de la cuerda que se echaban al hombro. Al parecer, simulando el oficio de mozos, eran, sin embargo, en su mayoría, timadores y ladrones; bien que otros muchos no pasaban de simples necesitados de algún trabajo para poder comer, que no habían podido tener acceso o fiador para sacar la licencia de mozo de cordel. Estos, los mozos oficiales, llegaron a manifestarse ante el gobierno civil contra la competencia de los soguillas, exigiendo a la autoridad el cumplimiento del reglamento, "eliminando el intrusismo". Salió entonces en defensa de los “ilegales” el escritor Ramón Gómez de la Serna argumentando que «No se puede cerrar el único camino que le queda al hambriento desesperado». Los mozos de cordel, solidarios entre sí pero no con la competencia de los soguillas, insistieron en reclamar los derechos derivados de su licencia como "funcionarios gratuitos del Estado, al servicio de la policía". Así lo recogen los principales diarios de la época.
Crea tu propia página web con Webador